En Mallorca, el sol no se despide sin dejar huella. Cada atardecer es una obra de arte efímera, una sinfonía de colores que tiñe el cielo, el mar y las montañas. Para los huéspedes de Finca Banyols, descubrir estos momentos mágicos es parte de la experiencia: una invitación a contemplar, respirar y dejarse llevar.
Aquí te presentamos cinco lugares donde el atardecer se convierte en un ritual inolvidable:
Sa Foradada – Deià
Un clásico que nunca decepciona. Esta formación rocosa con un agujero natural se convierte en el marco perfecto para ver cómo el sol se esconde tras el mar. Puedes llegar caminando desde el mirador de Son Marroig o reservar una mesa en el restaurante con vistas directas al espectáculo.
Torre del Verger – Banyalbufar
Una antigua torre de vigilancia que hoy es uno de los miradores más románticos de la isla. Situada sobre acantilados que caen al mar, ofrece una panorámica salvaje y silenciosa. Ideal para una escapada en pareja o una sesión de fotos al final del día.
Faro de Cap de Formentor
En el extremo norte de Mallorca, este faro se alza sobre acantilados vertiginosos. El camino hasta allí es sinuoso, pero la recompensa es una vista de 360 grados sobre el mar y las montañas. Al atardecer, el cielo se transforma en una paleta de azules, naranjas y violetas.
Mirador de Ses Ànimes – Puigpunyent
Menos conocido, pero igual de impactante. Este mirador ofrece una vista abierta sobre la costa oeste y es perfecto para quienes buscan tranquilidad y autenticidad. Lleva algo para sentarte y simplemente observa cómo el día se convierte en noche.
Jardines de Alfabia – Bunyola
Aunque no están en la costa, estos jardines históricos ofrecen una atmósfera mágica al atardecer. La luz dorada entre palmeras, fuentes y arquitectura mallorquina crea un ambiente de cuento. Ideal para una visita cultural con toque poético.
Porque en Mallorca, el sol no se pone... se celebra.